Antía se ve en el espejo y ya no se identifica. Aún se puede ver el impacto de la golpiza que le dio su novio. Antía se ve a sí misma en el espejo y ya no sabe quién es. Ella todavía no se cree que su madre le haya mentido toda su vida acerca de su padre. Es hora de acabar con todo, de dejar su Galicia natal, de ir a Madrid en busca de su padre y, quizá, en el proceso, descubrirá quién es ella y aprenderá a volver a confiar en la gente y en el amor.
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