Audiolibro No toda la sangre es roja

Navegaba entre los manuscritos de la Crónica del Concurso Libro Sonorense e incliné por No Toda la Sangre es Roja. Estaba seguro de que el autor tenía ya el primer gol antes de entrar al juego con ese nombre. Esta historia se trata de un asesino, aunque afortunadamente no de una máquina de acumular estadísticas criminales, pues cuando la víctima se convierte en un número condenado a un articulo de cuatro líneas, muere por segunda vez. El autor no rehuye a la emoción al descubrir una maleta con el cuerpo de una niña dentro. Al igual que un periódico antiguo, me encontré al final de la página con una promesa de continuación. Me sentí como si estuviera cambiando diapositivas de blanco y negro sobre una mesa de bronce gris. Está escrito al estilo de Ellroy, dominando el punto y seguido. Las frases irrumpen como fuetes, como las voces interrumpidas de la radiofrecuencia policial en una noche de demonios sueltos. Los muertos son anónimos y las páginas policiacas son campos comunes. Esta es la situación actual de México, y la gran virtud de No Toda la Sangre es Roja es que sus víctimas cuentan con una historia. La narración llega a ser significativa y, sin intención, me convertí en aliado del autor en sus aventuras periodísticas que conozco tan bien porque están llenas de fragmentos de su día a día. No sólo esta crónica está pulida y pícara, sino que también es un homenaje al trabajo de un periodista, al patrullar los vecindarios. Me gusta cuando un campeón gana con claridad. Durante el veredicto, estábamos de acuerdo de que No Toda la Sangre es Roja encarna la esencia del género. Esta crónica posee todas las armas para ser memorable y trascender la fugacidad de un nota periodística. Tiene una narrativa bien construida, una secuencia fluida y un estilo sencillo y libre de adornos.