Reconocemos comúnmente la amabilidad que muestran los demás hacia nosotros, pero muchas veces nos cuesta replicar el mismo comportamiento por el peso de la costumbre. Sin embargo, la amabilidad puede ser contagiosa: si presenciamos un gesto amable, tendemos a sonreír; si alguien nos trata con bondad, a su vez, queremos corresponder. Existe también un lado sombrío: si no recibimos amabilidad de los demás, perdemos la motivación para ser agradables. Esta obra defiende el uso de cualidades humanas, muchas veces pasadas por alto, tales como amabilidad, compasión, humildad y cuidado, como un refuerzo social e individual especialmente valioso en tiempos difíciles. Esas actitudes pueden actuar como una suerte de antídoto y resultar útiles como guía para vivir.
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