Audiolibro Bola de Sebo

Henry René Albert Guy de Maupassant (1850 - 1893) nació en Dieppe, Francia, el 5 de agosto de 1850. Maupassant era un admirador y amigo de Gustave Flaubert al que conoció en 1867. Flaubert lo llevó bajo su tutela, abrió la puerta de algunos periódicos e lo presentó a Ivan Turguénev y Émile Zola. El escritor viajó a París después de la derrota de Francia en la Guerra Franco-Prusiana de 1870 y trabajó como funcionario en varios ministerios, hasta que publicó su primera gran obra, La bola de sebo, en 1880. Esta publicación le permite a Maupassant obtener notoriedad en el mundo literario. Maupassant es, junto a Chejov, el autor de cuentos y relatos más importante del siglo XIX. Escribió más de 300 cuentos y 5 novelas. Sus cuentos de horror son especialmente destacables, un género en el que se le reconoce como un maestro, a la altura de Edgar Allan Poe. Afectado durante toda su vida por graves trastornos nerviosos, en 1892, tras un intento de suicidio, fue ingresado en el hospital psiquiátrico de París, donde murió de parálisis general el 6 de julio de 1893, después de 18 meses de agonía. Está enterrado en el cementerio de Montparnasse en París. La bola de seboLa bola de sebo es el título de la historia que elevó a Guy de Maupassant. Su trama se desarrolla durante la ocupación de Francia en la guerra franco-prusiana de 1875. Esta historia fue publicada por primera vez en 1880. Está basada en los acontecimientos reales que ocurrieron al modelo Adrienne Legay. Trama: Una prostituta despreciada comparte su comida con los burgueses disgustados que la acompañan en un viaje. También les da a estos burgueses conciliadores una lección de patriotismo, cuando un oficial invasor detiene el coche y exige los favores de la prostituta como condición para permitirles continuar su viaje. Viendo que sus vidas dependen de la Bola de sebo, los burgueses recurren a toda clase de adulaciones. La prostituta finalmente se rinde al enemigo y él permite que el coche la siga. Como si no hubiera pasado nada, las damas y caballeros burgueses retoman sus posturas distantes y reprochan a la mujer "pecadora" y vulgar. Su desprecio renacido, la pobre muchacha no tiene otra consuelo que sus propias lágrimas.